Llegue a la compañía a las 8 a.m. pues en 15 minutos debía empezar mi exposición, ingresé a la oficina de Coordinación con mi puntero láser en la mano:
- Buenos días señorita Val.
- Buenos días ingeniero.
- Ya estoy listo…- Pero, hoy no es su exposición.
- ¿Cómo que no?, en el e-mail que recibí dice Lunes 8.15 a.m.- Ah, perdón ingeniero, hubo un cambio porque al otro expositor se le cruzaba el horario (
tratando de culpar al otro expositor)…
- ¿Y porqué no me avisaron?- Su celular no contestaba (
tratando de mentir)…
- Pero Val tienes el teléfono de mi casa, puedes dejar un mensaje en la contestadora, tienes todos mis e-mails...- Disculpe ingeniero, se me pasó (
aceptando su culpa) …
- ¿Sabes lo qué he tenido que hacer para venir?, he tenido que levantarme temprano, salir sin desayunar, darme un baño, ponerme saco y corbata …- Ingeniero si gusta puede desayunar en la cafetería y nos trae la boleta, aquí se lo reembolsamos.
- No es por eso Val, de levantarme me levanto temprano, casi siempre salgo sin desayunar, lo que es imperdonable es que me hayas hecho bañar por gusto…(inserte aquí risas de toda la oficina)
Por favor amigo blogleyente, no vaya a pensar que soy un desaseado, rezago del hipismo en su variante maloliente, creyente de "
chancho limpio no engorda" o "
de cochino nadie a muerto”, no señor, y a continuación se lo paso a explicar:
Ocurre que en nuestra niñez (
hablo también en nombre de mis hermanos), los castigos de
Mamuska que era totalmente opuesta a la violencia (
la violencia estaba reservada para mi viejo, el dueño de la correa y fanático del chicote de tres puntas, aka sanmartincito), se reducían a:
- privarnos de la televisión,
- expropiarnos los zapatos,
- ajusticiarnos con la sopa, o
- condenarnos al baño.
En efecto,
Mamuska se limitaba a privarnos de la televisión en casos de faltas leves, lo que para mi era grave dado ni fanatismo por El Chavo del Ocho, cosa que hasta ahora conservo a pesar de los dichos de mi suegra (“el chavo es un mal ejemplo”, "el chavo idiotiza a los niños") cuya opinión es respetable (
por haber sido una maestra por vocación) pero no compartida.
Si jugábamos en la sala tirando las sillas o nos escapábamos a la calle, simplemente nos quitaba los zapatos y asunto resuelto, sin zapatos éramos poco menos que inválidos; nunca hemos podido andar sin zapatos, lo que hasta ahora es una costumbre familiar. Las maestras (aka mises) de los sobrinos más inquietos tiene la autorización de quitarles los zapatos para mantenerlos en orden del colegio.
Para las faltas mayores (
tales como romper floreros, el tubo del agua, el foco de luz de un pelotazo), se imponía el "
fusilamiento con sopa", pues
Mamuska nos advertía “
pórtate bien o te meto la sopa”, si hacíamos caso omiso nos ponía contra la pared, cual paredón de fusilamiento, preparaba el plato de acero con sopa y nos hacía tragar sopa, cuchara tras cuchara, hasta que nos saliera panza, de rato en rato iba palpándonos la barriga (
como se hace con los pollos para ver si tienen el buche lleno); con la barriga llena nuestra agilidad se reducía al nivel de la del hipopótamo. Hasta ahora cada vez que veo a mis sobrinos pasando por ese ajusticiamiento sopero, me veo a mismo repitiendo "
ya no Mamita, ya no".
Para las falta gravísimas (
tales como romper la pantalla del televisor, sacarle el gas a la refrigeradora, salir a jugar a la calle y usar como arco la ventana del vecino) se imponía el baño, nos metía al baño del cual debíamos salir después de transcurridas por lo menos dos horas, completamente bañados y limpios. Cabe anotar que para
Mamuska “
bañado” y “
limpio”” no son sinónimos: ”bañado” implicaba (
e implica hasta ahora) estar completamente mojado incluyendo el cabello (
esa era realmente la parte difícil), mientras que “limpio” implicaba pasar por un examen exhaustivo de limpieza, cabello sin ningún tipos de partículas, orejas limpias por dentro y por fuera, cuello sin machas, axilas sin olores, etc.
Por lo tanto, de bañar me baño y lo hago casi a diario, pero el baño lo tengo interiorizado como un castigo, más aún si tengo que hacerlo por obligación y yo ya estoy viejo para castigos.