En esta ocasión en este blog macho se va a hablar del amor. Para que evitar que se ilusione, que me atribuya indebidamente alguna inteligencia, que termine desengañado o que pierda su tiempo leyendo todo este post, le adelanto la respuesta: NO LO SÉ.
Si decide continuar leyendo es bajo su cuenta y riesgo, no acepto reclamos (reclamos en el amor, ya pues), no doy consejos (consejos de amor, con la brujita Josie, aunque está más para que le den consejos), no le voy a decir que luche por el amor de su vida (que es lo más cursi y estúpido que le puedan decir); tampoco vor a emprender la tarea de tratar de definir lo que es el amor (eso dejémoslo para los ociosos).
Eran los años 70's, en un colegio nacional, 2do año de Secundaria, las dos últimas horas de clase de un Viernes, el curso de Orientación y Bienestar del Educando OBE (si no le suena el curso, usted no es un ochentero como quien escribe, confórmese con ser noventero), la señorita profesora del curso (creo, lo de la idea, no lo de señorita) no tuvo mejor idea para "hacer hora" en el curso que preguntarnos "¿Qué es el amor?" a cada uno de los 32 alumnos que éramos en el salón de clase.
Y empezó por la primera fila de carpetas del salón, cada quien iba soltando su propia definición del amor, cada uno más cursi ("es el sentimiento más bonito entre dos personas"), más ingenua ("yo amo a mi papá, a mi mamá, a mi perrito"), más inverosímil ("el amor es lo más grande que ha creado Dios"), más atorrante ("el amor es cuando dos personas se aman"), más trillada ("el amor es dar sin esperar recibir") que las otras; cuando me tocó el turno (siempre me senté en la última fila, porque en las primeras filas se sentaban los pateros) respondí muy seriamente "yo no sé lo que es el amor y creo que nunca lo voy a saber" antes de que la chacota y las risas inundaran todo el salón de clase y la señorita profesora diera por terminada la clase con las palabras "hay que respetar su opinión y no se olviden llegar temprano el Lunes".
Casi 35 años después, si me volvieran a hacer la misma pregunta, obviamente no respondería lo mismo, sino diría que "yo no sé lo que es el amor y nunca voy a saberlo", pues si antes creía que no lo iba a saber, hoy estoy completamente seguro de que no lo sabré. Que conste que ya había adelantado la respuesta.
En efecto, tratar de definir el amor sin caer en la cursilería, sin pecar de ingenuo, sin parecer atorrante, sin mencionar cosas trilladas es imposible.
Yo no sé que es el amor como tampoco sé que o quien es Dios, pero el hecho de no saber no quiere decir que no crea, puedo ser ignorante pero no necio.
Yo creo en el amor y creo en Dios, y quien ama: piensa rápido, habla despacio, actúa con pasión, quiere lo suyo y respeta lo ajeno.
Finalmente, hay algo infinito que embellece, motiva, guía, une, permite diferenciar un día de otro; los poetas lo llaman amor, los científicos le dicen fuerza, los amantes le llaman pasion, los humildes de corazon le decimos Dios.
Si decide continuar leyendo es bajo su cuenta y riesgo, no acepto reclamos (reclamos en el amor, ya pues), no doy consejos (consejos de amor, con la brujita Josie, aunque está más para que le den consejos), no le voy a decir que luche por el amor de su vida (que es lo más cursi y estúpido que le puedan decir); tampoco vor a emprender la tarea de tratar de definir lo que es el amor (eso dejémoslo para los ociosos).
Eran los años 70's, en un colegio nacional, 2do año de Secundaria, las dos últimas horas de clase de un Viernes, el curso de Orientación y Bienestar del Educando OBE (si no le suena el curso, usted no es un ochentero como quien escribe, confórmese con ser noventero), la señorita profesora del curso (creo, lo de la idea, no lo de señorita) no tuvo mejor idea para "hacer hora" en el curso que preguntarnos "¿Qué es el amor?" a cada uno de los 32 alumnos que éramos en el salón de clase.
Y empezó por la primera fila de carpetas del salón, cada quien iba soltando su propia definición del amor, cada uno más cursi ("es el sentimiento más bonito entre dos personas"), más ingenua ("yo amo a mi papá, a mi mamá, a mi perrito"), más inverosímil ("el amor es lo más grande que ha creado Dios"), más atorrante ("el amor es cuando dos personas se aman"), más trillada ("el amor es dar sin esperar recibir") que las otras; cuando me tocó el turno (siempre me senté en la última fila, porque en las primeras filas se sentaban los pateros) respondí muy seriamente "yo no sé lo que es el amor y creo que nunca lo voy a saber" antes de que la chacota y las risas inundaran todo el salón de clase y la señorita profesora diera por terminada la clase con las palabras "hay que respetar su opinión y no se olviden llegar temprano el Lunes".
Casi 35 años después, si me volvieran a hacer la misma pregunta, obviamente no respondería lo mismo, sino diría que "yo no sé lo que es el amor y nunca voy a saberlo", pues si antes creía que no lo iba a saber, hoy estoy completamente seguro de que no lo sabré. Que conste que ya había adelantado la respuesta.
En efecto, tratar de definir el amor sin caer en la cursilería, sin pecar de ingenuo, sin parecer atorrante, sin mencionar cosas trilladas es imposible.
Yo no sé que es el amor como tampoco sé que o quien es Dios, pero el hecho de no saber no quiere decir que no crea, puedo ser ignorante pero no necio.
Yo creo en el amor y creo en Dios, y quien ama: piensa rápido, habla despacio, actúa con pasión, quiere lo suyo y respeta lo ajeno.
Finalmente, hay algo infinito que embellece, motiva, guía, une, permite diferenciar un día de otro; los poetas lo llaman amor, los científicos le dicen fuerza, los amantes le llaman pasion, los humildes de corazon le decimos Dios.